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Nuevos avances en la detección de compuestos indeseables en vinos


España sigue siendo el principal exportador mundial de vino en términos de volumen, con más de 2.300 millones de litros exportados en 2021. Además, nuestro país es responsable del 25% de la producción de vino en Europa, y la industria vitivinícola representa el 2,2% del Valor Agregado Bruto nacional.

A nivel regional, este sector genera más de 33,000 puestos de trabajo, lo que equivale a casi el 4% del empleo en Castilla y León.

Dada la importancia de este sector en nuestra sociedad, se ha intensificado el control de los componentes que pueden alterar las propiedades del vino en los últimos años.

En este contexto, esta nueva invención surge como mejora de una tecnología previamente publicada (P202231013), capaz de detectar compuestos azufrados en vinos, causantes de olores desagradables y uno de los principales motivos de reclamación en este sector.

Esta mejora, permite el análisis simultáneo de mercaptanos y de 4-etilfenol presentes en vinos, compuestos que originan desviaciones del aroma desagradables, de penetrante olor a repollo, cebolla o animal.

Gracias a estos nuevos sensores electroquímicos, se permite la identificación rápida y precisa de estos defectos, lo que resulta muy útil para corregir el problema antes de que se convierta en importante e irreversible, con la consecuente repercusión negativa en la reputación y economía de la bodega productora.

Este método electroquímico ha sido desarrollado por el grupo de investigación SAMS (Sensores en Alimentación, Medio Ambiente y Salud) de la UBU, en el marco del proyecto PID2020-117095RB-I00/AEI/10.13039/501100011033 de la Agencia Estatal de Investigación.

El dispositivo patentado cuenta con unos electrodos modificados con nanomateriales y mediadores redox en los que, a través de un proceso de oxidación, se mide la concentración de mercaptanos y 4-etilfenol en vino.

Puesto que las medidas se han realizado en fase gaseosa, se ha utilizado una película delgada de un polímero gelificado basado en el empleo de líquidos iónicos a temperatura ambiente como electrolito de soporte sólido, mejorando así el rendimiento de estos sensores en términos de estabilidad operativa y de almacenamiento.

Este tipo de medidas evita el contacto directo de los dispositivos electroquímicos con las muestras, lo que es sin duda de gran importancia puesto que no se altera el producto.

Asimismo, el número de especies interferentes se ve considerablemente reducido, puesto que únicamente las especies volátiles pueden ejercer algún tipo de influencia en la señal analítica. Esta metodología, que se distingue por su alta sensibilidad y bajo coste, ha sido validada mediante experimentos de veracidad con muestras reales.

Considerando el interés que genera esta tecnología y su impacto en la industria vitivinícola a nivel mundial, se ha solicitado una patente (P202330838) para proteger tanto el sensor como el procedimiento de determinación de estos compuestos.

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