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Iago Portela, profesor de la Universidad Isabel I: Un 22.18% de los adolescentes sufre ciber-victimización a través de Internet y las redes sociales


Recibir llamadas con la intención de molestar o burlarse de la víctima o enviar fotos o vídeos desagradables a través del teléfono móvil o Internet son dos de las acciones más habituales de cibervictimización.

Un equipo de docentes, entre los que se encuentra Iago Portela Pino, profesor del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Isabel I, ha elaborado un estudio que corrobora que el 22,18% de los adolescentes sufre ciber-victimización verbal o escrita, es decir, uno de cada cinco de los jóvenes que formaban parte de la muestra.

El estudio recoge una muestra de 866 estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria entre 12 y 16 años. Los participantes en el estudio contestaron a un Cuestionario de Victimización Cibernética y un cuestionario demográfico ad hoc para conocer las variables personales, familiares y escolares de los adolescentes.

En la muestra analizada, entre los jóvenes que sufren ciberacoso (22,18%), la mayoría se centró en la cibervictimización verbal o escrita (42,8%), seguida de la suplantación de identidad visual (40,2%), la exclusión de un grupo (34,5%) o el robo de identidad en línea (33,4%).

Entre los actos de cibervictimización más frecuentes destacan “estar recibiendo llamadas telefónicas molestas, haciéndose pasar por otra persona para burlarse de alguien, enviar fotos o vídeos desagradables y ser expulsado de los juegos en línea sin justificación”, destacó el profesor Portela.

Bajo el título ‘Incidence and demographic correlates of self-reported cyber-victimizaction among adolescent respondents’, el profesor Portela Pino en colaboración con José Domínguez Alonso de la Universidade de Vigo y David Álvarez-García, de la Universidad de Oviedo, publican las conclusiones de su investigación en el último número de la revista Journal of Tecnology and Science Education.

En sus conclusiones, el estudio identifica variables personales, familiares y escolares relevantes para ayudar a estructuras estrategias de prevención e intervención en la cibervictimización desde las comunidades educativas.

Uso de las nuevas tecnologías
El Instituto Nacional de Estadística (INE) revela que el 69,10% de los jóvenes españoles entre 10 y 15 años utiliza regularmente teléfonos móviles y 9 de cada 10 adolescentes de 14 años o más, tienen su propio móvil.

El desarrollo de la tecnología, de las TIC, puede utilizarse con aspectos positivos y negativos. El ciberacoso se definiría como el acto de agresión por parte de un individuo o un grupo contra otra persona utilizando para ello medios electrónicos.

“El uso desproporcionado de las TIC aumenta la violencia social y escolar y contribuye a agravar el daño moral por las características intrínsecas del medio y por su facilitad de acceso y publicación.

En cualquier momento, cualquier persona tiene la capacidad de atacar de forma anónima, disfrazar la propia identidad, robar la identidad de otra persona o falsificar perfiles profesionales, entre otros, para generar ciberacoso”, explicó Iago Portela.

Aumento de la cibervictimización
Los investigadores de este estudio han señalado que los riesgos vinculados a la cibervictimización están aumentando en todos los grupos de edad, pero especialmente, entre los adolescentes, lo que genera en este colectivo “un impacto grave en el bienestar psicosocial, con bajo rendimiento académico y mayor ausentismo escolar, una predisposición a la soledad y el desarrollo de síntomas depresivos e incluso suicidas”, destacó el profesor Portela.

Algunos de los síntomas que pueden revelar que un adolescente sufre ciberacoso se muestra con cambios físicos como dolor de cabeza o estómago, diarrea, mareos, insomnio o cambios de peso corporal, pero también con repentinos cambios de humor, baja autoestima o cambios en las rutinas diarias.

Los resultados del estudio deben asumirse con cautela porque están basados en las percepciones y perspectivas de los estudiantes de ESO, sin contrastar la información con otros actores como padres, docentes y otros profesionales involucrados en la comunidad escolar.

No obstante, se puede señalar “la importancia de trabajar desde la prevención primaria y la intervención inmediata, reforzando la vigilancia y creando estrategias y políticas educativas para minimizar el impacto del ciberacoso”, subraya el docente de la Universidad Isabel I.

Posibles soluciones
Los autores proponen actuar en tres áreas para atajar el problema: con las instituciones públicas creando campañas publicitarias que aumenten la conciencia social y la competencia en ciudadanía digital; incorporando redes de apoyo e instituciones sociales de atención a este tipo de víctimas; y creando espacios y ambientes que faciliten la convivencia ciudadana e intergeneracional.

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