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Escena Abierta clausura su decimonovena edición con aforo completo en el 85% de las representaciones programadas

Ayer domingo, 21 de enero, el festival Escena Abierta de Burgos bajaba el telón de su decimonovena edición, marcada por el aforo completo en el 85% de las representaciones programadas en los diversos escenarios en los que se ha desarrollado. Más de 2.000 espectadores han disfrutado de la programación de la cita burgalesa que, este año, se centraba en reflejar la diversidad artística más actual con un abanico de propuestas que reafirmaron sus principales señas de identidad: la defensa de la libertad creativa y la muestra de nuevos lenguajes escénicos.

La organización resalta “la resistencia tanto del Festival como de los propios creadores, que se mantiene para la innovación e investigación de las Artes Escénicas en las diferentes disciplinas ya sean las nuevas tecnologías, el circo, el teatro de objetos, las instalaciones sonoras… dando como resultado una nueva línea en la vanguardia española”. Asimismo, reconocen que “ya están trabajando en la celebración del 20 aniversario del Festival, uno de los más antiguos de España en la línea de la contemporaneidad del espacio escénico”. En este sentido, añaden, “reconoceremos la labor de los creadores más emblemáticos que han pasado por el Festival en estos años”.

Organizado por el Instituto Municipal de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Burgos junto con el Vicerrectorado de Cultura, Deporte y Relaciones Institucionales de la Universidad de Burgos desde su Aula de Teatro y la Fundación Caja de Burgos, el Festival Escena Abierta ha propuesto, en total, 22 representaciones que han tenido como escenarios el Fórum Evolución, los teatros Clunia y Principal, el CAB, La Estación y la Sala Hangar. Allí se pusieron en escena los siete trabajos programados: Rebota, rebota y en tu cara explota, de Agnés Mateus & Quim Tarrida, una invitación «a llamar a las cosas por su nombre» para cuestionar la pasividad dominante ante fenómenos como la violencia machista; Fang (Barro), un espectáculo en el que Quim Girón, de Animal Religion, modelaba barro en directo entre acrobacias circenses y movimiento para hablar de la transformación de la materia; o la reflexión en torno a la emigración que proponía Mos Maiorum, La costumbre de los ancestros, una obra del denominado «teatro documental», interpretada por Ireneu Tranis, Alba Valldaura y Mariona Naudín y apoyada en grabaciones sonoras que se incorporaban a la dramaturgia.

Oblivion o cisnes que se reflejan como elefantes, de Teatro Xtremo llegaba a los escenarios burgaleses como ejemplo de las nuevas dramaturgias contemporáneas. Una soprano (Ruth González), una pianista (Susana Sanabria) y un hombre que grababa con su cámara (Ricardo Campelo) ponían en pie una performance que desde su título remitía al mundo de la ópera y al surrealismo de Dalí. Tomaba el relevo en la programación la particular Biblioteca de ruidos y sonidos, del escenógrafo burgalés J. A, Portillo y del músico Enric Monfort, un trabajo a medio camino entre las artes escénicas y la música donde los registros sonoros juegan un papel fundamental.

Finalmente, el pasado fin de semana Escena Abierta recibía el estreno nacional del «relato futurista» No-one is an island, de Juan Navarro, «una fábula entre lo arcaico y lo moderno protagonizada por una niña» con la que el autor de la propuesta iniciaba «un proceso de investigación sobre la realidad virtual» y la propuesta de Hermanos Picohueso, Nadie va a los cumpleaños en verano, una auténtica fiesta celebrada en La Estación en la que los propios actores, Diego Ingold y Lluki Portas, compartieron todo el protagonismo con los propios espectadores.

Además, el ciclo hacía un hueco al cine y a la música con una actividad paralela, el estreno absoluto de la película El Camino de Santiago, de Santiago Cartujo, al que siguió el concierto de Romo y los Cromos, que completaba así las veintidós citas convocadas por este Escena Abierta 2018.

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