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Se presenta el libro Materia viviente, vida pensante, de Eudald Carbonell y Jordi Agustí

Materia viviente, vida pensante.Evolución y prospectiva de la conciencia humana, del arqueólogo Eudald Carbonell y el investigador Jordi Agustí, és un ensayo sobre la evolución de la vida, nuestra especie y los retos de futuro. Esta obra se introduce también en el tema de la crisis ecológica y la supervivencia de la humanidad.

La consolidación de la conciencia de especie, en este libro se explica, en la primera parte, la historia de la materia viviente, es decir, cuándo nace esta primera materia y cómo evoluciona, y en la segunda, se expone el tema de la evolución de los homínidos hasta la actualidad, incluyendo los retos del futuro, como el hecho de evitar el colapso de la especie o el movimiento de la transhumanización.

Nuestro interés por el ser humano nos ha llevado a desarrollar una serie de trabajos y planteamientos que nos permiten delimitar qué es la humanidad y cómo esta evoluciona en el marco de la ecología planetaria. Sobre todo, nos interesa conocer cómo la hominización y la humanización se complementan en este proceso evolutivo para generar la conciencia en nuestro género. Una conciencia de especie que, una vez emergida, se ha de consolidar para que dé los frutos que necesitamos como humanidad.”

Eudald Carbonell y Roura, arqueólogo, nació en Ribes de Freser (Gerona), el 17 febrero de 1953. Desde el año 1999, ocupa la cátedra de prehistoria de la Universitat Rovira i Virgili. Además, es investigador del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), codirector del Proyecto Atapuerca y vicepresidente de la Fundación Atapuerca. Sus hitos científicos más destacadas son la creación de un sistema de análisis de la tecnología prehistórica llamado “sistema lógico-analítico” y el estudio del poblamiento antiguo de la península Ibérica.

Jordi Agustí es profesor de Investigación ICREA en el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Tarragona). Especialista en mamíferos fósiles, su actividad investigadora se ha centrado en los cambios ambientales que han influido en la evolución de nuestro linaje. Ha dirigido proyectos en el norte de África y en el Cáucaso, y forma parte del equipo de investigación de la localidad georgiana de Dmanisi, en donde se han encontrado los restos de homínidos más antiguos de Eurasia. En el 2002 reicibió el Premi de Literatura Científica de la Fundació Catalana per a la Recerca y un año después la Generalitat de Catalunya le concedió la Medalla Narcís Monturiol al mérito científico y tecnológico.

Es autor de numerosas obras, entre ellas La evolución y sus metáforas (Tusquets), Fósiles, genes y teorías (Tusquets), El ajedrez de la vida(Crítica), Los primeros pobladores de Europa(RBA), Alicia en el País de la Evolución(Crítica) y La sonrisa de Leonardo(RBA). Lo que ahora nos hace humanos como especie es la obsesión por conocer y la necesidad de pensar sobre lo que sabemos es en esta ecuación que la humanidad se humanizará exponencialmente en el futuro, para deshumanizarse y cambiar de fase evolutiva, pudiéndose modificar somática y exosomáticamente a ella misma, de esta manera la transhumanización, probablemente, sea un destino del género Homo pasado y presente son construcciones espacio temporales en las que están contenidas las realidades que nos permiten evolucionar, también involucionar, cuando las prácticas desafían de forma fatal las leyes y no tenemos alternativas para modificarlas antrópicamente.

La evolución es algo que aún no comprendemos en su totalidad, aunque ya entendemos algunos de sus mecanismos básicos; desdenuestra perspectiva, aún pocos. Suponemos que este es el objetivo:avanzar en saber lo que somos de manera esencial y cómo se ha construido esta esencialidad. La revolución científico-técnica ha puesto en cuestión tanto los sistemas económicos como la estructura social del Homo sapiens en el planeta. Ha agudizado la contradicción entre nuestra biología primate y nuestra inteligencia humana hasta alcanzar cotas desconocidas. Así, el colapso se produce como consecuencia de esta situación que nuestro cerebro primate aún no puede gestionar. Tras él, en el siglo XXI, es posible que se abran las puertas a una humanidad más trascendente, que construya a través de la conciencia operativa, y que no se deje llevar por su etología animal, más o menos adaptada a sus condiciones tecnológicas y al conocimiento científico.

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