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En el nuevo Cuaderno de Atapuerca la tecnología lo cambió todo

En el siglo XIX Engels hizo dos aportaciones fundamentales para explicar la evolución humana: que los primates no hacían instrumentos y que el trabajo con herramientas hizo que domináramos a la naturaleza. Nadie duda que la tecnología ha sido siempre fundamental, pero conocer cuándo comenzó y si hay otros animales capaces de crear utensilios ha ocupado ríos de tinta a naturalistas y arqueólogos.

El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Ignacio de la Torre, dedica el libro La tecnología. El poder de las piedras a resolver esos misterios, concluyendo que no parecen existir fronteras importantes entre los primates y los humanos.

Los chimpancés fabrican instrumentos y varios tipos de macacos son capaces de producir filos en las piedras al romperlas. Igualmente, ahora sabemos que los primeros homínidos que emplearon instrumentos de piedra, hace al menos dos millones y medio de años quizá buscaban abrir nueces u otros frutos o romper termiteros o extraer tubérculos de la tierra.

Hemos dado por supuesto que lo primordial eran los filos de las piedras para cortar carne y quizá esos primeros primates erguidos estaban más interesados en otros nutrientes, como hacen nuestros parientes los macacos y otros grandes monos. Lo que nadie duda es que la tecnología lítica surgió en África y de allí se expandió por el mundo, pero la famosa afirmación de que, como todos los inventos, surgió para quedarse, no goza de un total consenso.

Es probable que, como la escritura o el metal, surgiera en varias ocasiones y en diferentes puntos, desapareciendo si las condiciones cambiaban para volver a inventarse con posterioridad. El libro de Ignacio de la Torre es el número 21 de la serie Origen, Cuadernos de Atapuerca, se encuentra ya en librerías y ha sido patrocinado por la Fundación Atapuerca.

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